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    jueves, 5 de noviembre de 2020

    Los demócratas, con menos bancas de lo esperado en el Congreso

    Lo que parecía un huracán demócrata en el Congreso se fue diluyendo tras consolidarse los resultados de las elecciones en Estados Unidos, con un desempeño más modesto del esperado frente a un elenco republicano que lanzó un suspiro de alivio.


    Los resultados fueron una decepción inesperada para la dirigencia demócrata, luego de expectativas de ganar quizá 15 escaños en la Cámara de Representantes y aumentar el control actual de 232-197.

    Los desilusionados demócratas extenderán por dos años su control en la Cámara baja, pero con una mayoría potencialmente reducida luego de perder al menos siete bancas, mientras que no consiguieron arrebatar un solo escaño a sus rivales. Los operadores de ambos partidos apostaban en la previa a que los republicanos serían afortunados si limitaban las ganancias demócratas a un solo dígito.

    Los demócratas de la Cámara de Representantes se desempeñaron con fuerza en muchos de los distritos competitivos que barrieron en 2018, pero se complicó su avance en los suburbios de tendencia republicana, donde esperaban un aumento por el descontento con Trump.

    En cambio, a medida que se siguieron contando los votos, los republicanos se mostraron optimistas de que podrían recuperarse, particularmente en áreas rurales y bastiones conservadores.

    Luego de décadas de intentarlo, los republicanos vencieron al representante Collin Peterson en un distrito rural de Minnesota que respaldó a Trump en 2016 por un margen de 31 puntos, el mayor logrado por el presidente en cualquier distrito demócrata. Peterson, que preside el Comité de Agricultura de la Cámara baja, se opuso al juicio político de Trump y es uno de los demócratas más conservadores en la cámara.

    Otros demócratas derrotados fueron Joe Cunningham, en Carolina del Sur; Xochitl Torres Small, en Nuevo México, y Kendra Horn, en Oklahoma, que tuvieron victorias sorpresivas en 2018 en distritos en los que Trump ganó ampliamente en 2016.

    En cuanto al Senado, la sólida defensa de sus bancas exhibida por los republicanos en múltiples estados competitivos no excluía del todo, sin embargo, la posibilidad de un triunfo final de los demócratas, ya que seguían sin definirse escaños claves en Carolina del Norte, Michigan y Alaska, y al menos uno por Georgia irá a segunda vuelta.

    Los republicanos obtuvieron victorias cruciales en Iowa, Alabama y Montana, y corrieron más fuerte de lo esperado en Carolina del Norte y Maine.

    Los demócratas necesitan una ganancia neta de tres o cuatro escaños para tomar el control del Senado, dependiendo de si Biden gana la presidencia, lo que permitiría a su vicepresidenta, Kamala Harris, emitir votos de desempate.

    Los republicanos suspiraron de alivio cuando el senador John Cornyn fue declarado ganador en Texas, y nuevamente cuando el senador Lindsey Graham, un aliado de Trump, ganó en Carolina del Sur después de una disputa más dura.



    En Kentucky, Mitch McConnell, el número uno republicano del Senado, consiguió un séptimo mandato, aunque no estaba claro si seguiría siendo el líder de la mayoría.

    Además de las disputadas elecciones, los comicios pusieron en juego cerca de 120 iniciativas sometidas a referéndum, entre ellas la posible incorporación de Puerto Rico, estado libre asociado, como estado federal.

    Los votantes boricuas votaron por más del 50% a favor de esta pregunta: "¿Debería Puerto Rico ser admitido de inmediato en la Unión como estado?". Sin embargo, el Congreso tiene la última palabra en la aprobación de cualquier cambio sobre el estatus político de la isla.

    Pedro Pierluisi, del Partido Nuevo Progresista, que defiende convertir el territorio en un estado federal, competía asimismo por la gobernación de la isla, y corría con una ligera ventaja sobre su rival, que respalda el estatus actual.

    También dio un paso adelante la propuesta para relajar las leyes de drogas en Estados Unidos, cuando cinco estados legalizaron el uso de marihuana para adultos. Oregon se convirtió en el primer estado en despenalizar la posesión de cantidades pequeñas de sustancias como cocaína, heroína y metanfetamina.

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