La noche del martes Joe Kelly se ganó un lugar en el corazón de muchos aficionados al hacer justicia y peinar de casquete corto a Alex Bregman y Carlos Correa, dándole así un poco de cierre —o tal vez inaugurando el festival de la venganza— al escándalo de robo de señales de los Astros.
Ahora, es Joe Kelly el que necesita que se haga justicia por él.
MLB decidió que el episodio que se ha vuelto viral —Kelly ponchando a Correa y decirle “lindo swing, perra” con mueca incluida— amerita una suspensión de 8 juegos, es decir el 13% de la temporada o el equivalente a 22 partidos de un calendario habitual.
Sobra decir que Grandes Ligas está más descontrolado que cualquier recta de Kelly.
Poco después de que el comisionado Rob Manfred anunció la “sanción” en contra de Houston por el escándalo de robo de señales hace varios meses, también envió un memo en el que advirtió en contra de tomar represalias contra los Asteriscos, perdón, los Astros.
MLB hizo valer su amenaza el miércoles de forma desproporcionada.
Al suspender a Kelly 8 juegos por una acción que ni siquiera ameritó su expulsión del encuentro, Manfred y la oficina que dirige enviaron un mensaje muy claro. Totalmente equivocado, pero claro: Vamos a proteger la integridad física de esos mismos peloteros que destruyeron la integridad de nuestro deporte.
El golpe que Houston le propinó al baseball de Grandes Ligas es mucho, mucho peor que cualquier pelotazo. Aquellos que están en contra de que se haga justicia por mano propia en el diamante —seguramente muchos de los que también quieren censurar a Molotov 23 años después— aseguran que el lanzador está poniendo en riesgo la carrera de un compañero de profesión. ¿Acaso se les olvida que Houston puso fin a la carrera de algunos pitchers rivales con sus trampas?
Eso, desde luego, considerando que Kelly hubiera golpeado a alguien.
No lo hizo.
Tal vez no quiso, tal vez no pudo. Pero su mensaje en forma de rectas de 95 millas fue uno de justicia, uno de que el baseball no olvida a los tramposos. Un mensaje de que Houston no se va a salir intacto de su escándalo, sin importar lo mucho que se esfuerce Grandes Ligas en que así sea.
Kelly estará suspendido ocho juegos más que cualquier jugador de los Astros que ideó/organizó/benefició del plan de robo de señales. ¿Es eso justo? De ninguna manera.
Pero, al querer poner a Kelly como un ejemplo de su tolerancia cero, Grandes Ligas lo convirtió en mártir. Y esos ocho juegos (sujetos a apelación) habrán valido la pena.
MLB decidió que el episodio que se ha vuelto viral —Kelly ponchando a Correa y decirle “lindo swing, perra” con mueca incluida— amerita una suspensión de 8 juegos, es decir el 13% de la temporada o el equivalente a 22 partidos de un calendario habitual.
Sobra decir que Grandes Ligas está más descontrolado que cualquier recta de Kelly.
Poco después de que el comisionado Rob Manfred anunció la “sanción” en contra de Houston por el escándalo de robo de señales hace varios meses, también envió un memo en el que advirtió en contra de tomar represalias contra los Asteriscos, perdón, los Astros.
MLB hizo valer su amenaza el miércoles de forma desproporcionada.
Al suspender a Kelly 8 juegos por una acción que ni siquiera ameritó su expulsión del encuentro, Manfred y la oficina que dirige enviaron un mensaje muy claro. Totalmente equivocado, pero claro: Vamos a proteger la integridad física de esos mismos peloteros que destruyeron la integridad de nuestro deporte.
El golpe que Houston le propinó al baseball de Grandes Ligas es mucho, mucho peor que cualquier pelotazo. Aquellos que están en contra de que se haga justicia por mano propia en el diamante —seguramente muchos de los que también quieren censurar a Molotov 23 años después— aseguran que el lanzador está poniendo en riesgo la carrera de un compañero de profesión. ¿Acaso se les olvida que Houston puso fin a la carrera de algunos pitchers rivales con sus trampas?
Eso, desde luego, considerando que Kelly hubiera golpeado a alguien.
No lo hizo.
Tal vez no quiso, tal vez no pudo. Pero su mensaje en forma de rectas de 95 millas fue uno de justicia, uno de que el baseball no olvida a los tramposos. Un mensaje de que Houston no se va a salir intacto de su escándalo, sin importar lo mucho que se esfuerce Grandes Ligas en que así sea.
Kelly estará suspendido ocho juegos más que cualquier jugador de los Astros que ideó/organizó/benefició del plan de robo de señales. ¿Es eso justo? De ninguna manera.
Pero, al querer poner a Kelly como un ejemplo de su tolerancia cero, Grandes Ligas lo convirtió en mártir. Y esos ocho juegos (sujetos a apelación) habrán valido la pena.
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